lunes, 23 de junio de 2014

Pequeños placeres de la vida

Vierto el agua en un vaso, lo meto al microondas. Tiempo aproximadamente un minuto y medio, saco el sobrecito y le quito el envoltorio, lo tiro y me apoyo en la encimera a esperar que suene el timbre. Observo a mi alrededor, todo está limpio, ordenado, como siempre. Suena el esperado “ding” y con cuidado saco el vaso con el agua casi hirviendo y meto la bolsita. Tras unos minutos la esencia se ha mezclado con el agua. Le hecho agua fría y ya está listo para tomar. El olor me trasmite paz y tranquilidad. Con el primer sorbo mi cuerpo se relaja y mi mente desconecta. Saboreo ese toque tan suave a menta que contrarresta el amargo del té. Mientras me tomo mi infusión no pienso en nada concreto y dejo que mi mente divague y mirando por la ventana, en ocasiones, sueño despierta. Cuando tengo compañía las charlas sobre la vida llenan mi mente y a veces me tomo un momento para reflexionar sobre lo hablado. Cuando el brebaje termina es hora de volver a las obligaciones.

Este es el momento del día que me dedico a mí, a relajarme y olvidarme de las obligaciones y preocupaciones. Es importante dedicar un rato del día (o un día la semana o lo que sea la cuestión es dedicarse el tiempo) a uno mismo para desconectar y mimarse un poco. Cada cual tiene sus maneras, algunos escuchan música mientras van a casa, otros juegan al ordenador,  leen,… Son estos momentos los que te ayudan a llevar mejor la rutina. Son las pequeñas cosas y placeres de la vida, al fin y al cabo esas pequeñeces son lo que le dan vida a nuestra existencia y nos hace felices. Y yo me pregunto…


¿Hace cuánto que no te tomas ese tiempo para ti? ¿Cuál es tu manera de desconectar de la rutina? ¿Crees que dedicas suficiente tiempo a esos pequeños placeres de la vida?

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