Hace poco apareció una persona en
mi vida que empezó a hablarme de alguien de mi pasado. Alguien que en su
momento fue muy especial para mí y que después de hablar con mi informadora me
dado cuenta de que todo, absolutamente todo fue mentira. Es decir, durante 9
meses viví en una gran mentira. Lo más inquietante es que mi confidente ha
vivido la misma historia que yo solo que ella durante más tiempo y peor… y esta
historia me ha hecho reflexionar sobre un tema que, la verdad es que es algo
que me inquieta de hace tiempo y es la mentira.
Muchas veces me pregunto qué
necesidad tienen las personas de mentir. Es cierto que hay que distinguir
varias categorías dentro de la mentira, ya que a veces no lo hacemos sino que omitimos
ciertas cosas a nuestro favor, y luego están también las mentiras piadosas. Pero
a mí lo que me preocupa es esa gente que siente la necesidad de engañar a los demás.
Ya sean amigos, familia o pareja. Las relaciones de cualquier tipo se sustentan
en verdades, sinceridad y confianza. La mentira lo único que hace es destruir
esos tres pilares y me pregunto “¿Compensa perder la confianza de alguien por
algo que a lo mejor no te atreves a decir? ¿No sería mejor decir la verdad y
que esa persona tome su propia decisión de si mantenerse a tu lado o juzgarte?”.
A veces sí que es verdad que es más sencillo mentir, pero estas cada vez
se hacen más grandes y para poder hacerlo tienes que crearte una historia completa
y todo ello conlleva mucho estrés, nerviosismo y preocupación.
Antiguamente la falacia estaba
muy mal vista ya que perdías el honor y tu palabra perdía valor para siempre,
socialmente estaba muy mal visto. Hoy en día, en cambio, todo son engaños,
vemos como la gente vive a base de falsedades. Vemos como los políticos nos
mienten, al igual que los profesores, los padres, los amigos,
las parejas… y es un hecho que socialmente esta aceptado y desde mi punto de
vista no debería ser así. Con esa actitud lo único que conseguimos es sembrar
la desconfianza a nuestro alrededor y vivir en constante alerta. Estar siempre
desconfiando y demostrando si es cierto o no. Y yo la verdad es que estoy
cansada.
En la amistad llega un momento
en el que decides confiar en esa persona y piensas que no hay motivo por el
cual mentir y estableces una conexión especial con ese sujeto que tú eliges.
Como una vez leí “los amigos son la familia que eliges tener” y tener gente en
la que puedes confiar totalmente es maravilloso. Cuando crees que esa relación
es perfecta ocurre una pequeña desgracia, esa persona elige mentirte y todo lo construido
se desmorona. Hay que tener en cuenta el grado del engaño, claro está, pero
aun así para las próximas veces y durante un tiempo andarás con cautela. Ya no será
lo mismo. Podrás perdonar y con el tiempo todo volverá a arreglarse. Y algo
parecido ocurren en el amor.
En el amor todo se complica si
hay mentiras de por medio. La verdad es que no entiendo esas parejas que se engañan el uno al otro, o un lado miente al otro. El amor y una relación amorosa
tiene que basarse en la sinceridad y la confianza, sin mentiras. La persona que
este a tu lado te querrá tal y como eres pero si mientes la realidad se
distorsiona. El dolor que se siente al ver que a alguien a quien le has dado
toda tu confianza y tu amor te ha traicionado es… enorme. Es un jarrón que se
rompe y por mucho que intentes pegarlo nunca volverá a ser lo mismo, las
cicatrices ahí quedarán.
Yo si alguna vez siento la
necesidad de mentir o engañar siempre pienso en las consecuencias y me doy cuenta
de que no compensa engañar, decir la verdad más tarde cuesta el doble, ya que
tienes que explicar el motivo por el que decidiste romper el jarrón de
la confianza. Y a mí si alguien me miente la verdad es que esa persona ha
perdido mucho y me costara volver a confiar en esa persona de nuevo. En ese
aspecto soy muy radical.
Así que queridos lectores ya sabéis,
si no queréis perder mi amistad nada de falacias. Prefiero la verdad aunque
duela que mentiras que me mantengan fuera de la realidad.