Se siente perdida en la
oscuridad. Todo a su alrededor carece de luz. El dolor se ha apoderado de su
alma. No ve la salida. Siente que esa oscuridad será eterna y que nada ni nadie
podrá sacarla de ella. En su cabeza rondan pensamientos tristes y dolorosos. Se
tortura a si misma recordando todos los errores que ha cometido. Se tortura
pensando que mucho de esos errores los podría haber evitado si hubiera prestado
atención tanto a los consejos de los demás como a su propia experiencia. Se
siente tonta y engañada por haber tenido esa pequeña esperanza siempre. Esa
esperanza de que todo pudiera ser diferente, de que no todo el mundo es malo y
de que encontraría a alguien que la valoraría pero esa esperanza se fue
marchitando y desapareciendo decepción tras decepción. Esos buenos sentimientos
han dado paso a la desconfianza y a la soledad. Se resguarda bajo el
pensamiento de “mejor sola que mal acompañada” y dado que ya no confía en nadie
está sola. Cree que estando sola evitara que los demás le hagan daño pero el
monstruo ya está en su interior.
Un torbellino la atrapa cada vez
más. Los reproches a si misma se vuelven cada vez más crueles. Se está
autodestruyendo. Esa espiral de negatividad la tiene absorta por completo. En
su mirada se refleja la lucha interna y el sufrimiento que está padeciendo. Siempre intenta pasar desapercibida. No
quiere que nadie la mire. No quiere ayuda de nadie pues piensa que los demás
solo pueden causarle más dolor, sufrimiento y desesperación.
Cada día se levanta por pura
rutina. No siente ninguna ilusión por nada. Los días pasan y se acostumbra.
Aprende a vivir con sus fantasmas oscuros. Aprende a no pensar demasiado en
ellos pero eso no significa que hayan desaparecido. Los sueños han
desaparecido. Incluso las lágrimas ya no asoman por sus ojos. No tiene ningún
motivo para llorar. Antes lloraba por el dolor, por el amor perdido, por la
soledad, por ella misma. Ya no.
Todo su mundo se ha oscurecido de
tal manera que un día soleado le parece un día triste. Las risas de los demás
la irritan y no siente ninguna gana de salir de la cama. Incluso el hambre la
ha abandonado y se ha sumergido en un estado de ayuno constante. Come para
sobrevivir.
Llega un momento en el que se
plantea el seguir viviendo o no. En el mismo momento en el que aparece ese
pensamiento se para. Decide tomarse esa reflexión en serio. Se toma unos días
fuera de la rutina. Al final toma una decisión.
Esa noche se acuesta con las
ideas claras. Mañana será el gran día. Cierra los ojos y deja la mente en
blanco. Está segura de su decisión. La oscuridad la vuelve a embargar como cada
noche.
Se despierta sobresaltada. Abre
los ojos pero no ve nada. Mira a su alrededor y no ve nada. Todo está oscuro. Es
una oscuridad extraña, es envolvente y ahoga. Es algo que no había sentido
nunca. En un primer momento se asusta y el pánico amenaza con apoderarse de su
mente. Mira a su alrededor intentando buscar una salida pero no ve nada. Decide
correr hacia cualquier lado. Corre y corre sin rumbo hasta que no puede más. Se
sienta en el suelo desesperada por salir de ese lugar tan horrible. Cuando cree
que va a ahogarse en ese lugar ve por el rabillo del ojo un destello. Decide ir
corriendo aunque no sabe lo que le espera al alcanzar la luz. A medida que se
va acercando lo hace con más cautela. Alguien está al lado de esa luz.
Se acerca poco a poco. Lo ve. Es
un chico. Lo mira con cautela. Tiene muchas preguntas que hacerle pero no sale
ninguna palabra de su boca. Observa a la persona que tiene enfrente y se da
cuenta de que es bastante atractivo. Es un chico fuerte de melena negra. Viste
de una manera extraña y… lo mira a los ojos. Tiene una mirada siniestra e
inquietante. Por alguna extraña razón se siente atraída por ese hombre turbio.
Su mente le dice que se aleje pero su curiosidad puede y se acerca un poco más.
Él la mira intensamente. No intercambian palabra. No es necesario. Cada uno
puede ver en el interior del otro. Se pregunta la razón por la que él está ahí,
es extraño. El instinto le dice que debe huir y alejarse de esa figura pero su
corazón le dice que debe esperar. El chico cambia de postura y despliega unas
enormes alas. Es un ángel negro. Esas alas le hacen parecer un ser más
siniestro y oscuro aun. Sabe que ese chico no le puede traer nada bueno pero
algo en su interior la acerca a él. Una calidez la embarga y deja de sentirse
pesada.
Deja toda esa carga que sentía sobre sus
hombros a un lado. Desaparece. Se siente en calma y liberada. Se acerca más a
él aun y un sentimiento más cálido la embarga. La ilusión. No deja de mirarle a
los ojos en ningún momento. Un sentimiento de deseo la sorprende. No sabe que
ocurre pero no puede escapar de ese ser tan absorbente y cálido. Su aspecto es
frío y terrorífico pero lo envuelve una calidez asombrosa. Se sitúa enfrente
del ángel. Quiere tocarlo y sentir como seria ser abrazada por él. Extiende el
brazo para tocarlo cuando de repente extiende las alas, se levanta y hecha a
volar dejándola sola con el candelabro.
Abre los ojos de nuevo. Solo ha
sido un sueño. Pero un sueño revelador. Ha vuelto a encontrarse con su ser
cálido. Sabe que algo bueno hay dentro de ella esperando a resurgir cuando ella
le dé espacio apartando su negatividad. Se ha dado cuenta de que aún hay luz en
su interior y un atisbo de esperanza
asoma por sus ojos.
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