miércoles, 17 de abril de 2013

Mentiras, ¿Por qué?



Hace poco apareció una persona en mi vida que empezó a hablarme de alguien de mi pasado. Alguien que en su momento fue muy especial para mí y que después de hablar con mi informadora me dado cuenta de que todo, absolutamente todo fue mentira. Es decir, durante 9 meses viví en una gran mentira. Lo más inquietante es que mi confidente ha vivido la misma historia que yo solo que ella durante más tiempo y peor… y esta historia me ha hecho reflexionar sobre un tema que, la verdad es que es algo que me inquieta de hace tiempo y es la mentira. 

Muchas veces me pregunto qué necesidad tienen las personas de mentir. Es cierto que hay que distinguir varias categorías dentro de la mentira, ya que a veces no lo hacemos sino que omitimos ciertas cosas a nuestro favor, y luego están también las mentiras piadosas. Pero a mí lo que me preocupa es esa gente que siente la necesidad de engañar a los demás. Ya sean amigos, familia o pareja. Las relaciones de cualquier tipo se sustentan en verdades, sinceridad y confianza. La mentira lo único que hace es destruir esos tres pilares y me pregunto “¿Compensa perder la confianza de alguien por algo que a lo mejor no te atreves a decir? ¿No sería mejor decir la verdad y que esa persona tome su propia decisión de si mantenerse a tu lado o juzgarte?”. A veces sí que es verdad que es más sencillo mentir, pero estas cada vez se hacen más grandes y para poder hacerlo tienes que crearte una historia completa y todo ello conlleva mucho estrés, nerviosismo y preocupación. 

Antiguamente la falacia estaba muy mal vista ya que perdías el honor y tu palabra perdía valor para siempre, socialmente estaba muy mal visto. Hoy en día, en cambio, todo son engaños, vemos como la gente vive a base de falsedades. Vemos como los políticos nos mienten, al igual que los profesores, los padres, los amigos, las parejas… y es un hecho que socialmente esta aceptado y desde mi punto de vista no debería ser así. Con esa actitud lo único que conseguimos es sembrar la desconfianza a nuestro alrededor y vivir en constante alerta. Estar siempre desconfiando y demostrando si es cierto o no. Y yo la verdad es que estoy cansada. 

En la amistad llega un momento en el que decides confiar en esa persona y piensas que no hay motivo por el cual mentir y estableces una conexión especial con ese sujeto que tú eliges. Como una vez leí “los amigos son la familia que eliges tener” y tener gente en la que puedes confiar totalmente es maravilloso. Cuando crees que esa relación es perfecta ocurre una pequeña desgracia, esa persona elige mentirte y todo lo construido se desmorona. Hay que tener en cuenta el grado del engaño, claro está, pero aun así para las próximas veces y durante un tiempo andarás con cautela. Ya no será lo mismo. Podrás perdonar y con el tiempo todo volverá a arreglarse. Y algo parecido ocurren en el amor.

En el amor todo se complica si hay mentiras de por medio. La verdad es que no entiendo esas parejas que se engañan el uno al otro, o un lado miente al otro. El amor y una relación amorosa tiene que basarse en la sinceridad y la confianza, sin mentiras. La persona que este a tu lado te querrá tal y como eres pero si mientes la realidad se distorsiona. El dolor que se siente al ver que a alguien a quien le has dado toda tu confianza y tu amor te ha traicionado es… enorme. Es un jarrón que se rompe y por mucho que intentes pegarlo nunca volverá a ser lo mismo, las cicatrices ahí quedarán. 

Yo si alguna vez siento la necesidad de mentir o engañar siempre pienso en las consecuencias y me doy cuenta de que no compensa engañar, decir la verdad más tarde cuesta el doble, ya que tienes que explicar el motivo por el que decidiste romper el jarrón de la confianza. Y a mí si alguien me miente la verdad es que esa persona ha perdido mucho y me costara volver a confiar en esa persona de nuevo. En ese aspecto soy muy radical.
 Así que queridos lectores ya sabéis, si no queréis perder mi amistad nada de falacias. Prefiero la verdad aunque duela que mentiras que me mantengan fuera de la realidad.

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