Va distraída sin saber muy bien a
donde. Sumergida en sus pensamientos avanza hacia un lugar conocido, aunque
ella no lo recuerda. Su subconsciente la lleva a un lugar en el que hace mucho
tiempo pasaba horas y horas de diversión y tranquilidad. Eso es lo que necesita
ahora, un poco de paz para poner en orden sus pensamientos y sentimientos. Han ocurrido
muchos acontecimientos en poco tiempo y no ha tenido tiempo de asimilarlo todo.
Camina y camina… se percibe la llegada del otoño, las hojas se están volviendo
amarillas y algunas ya han caído. La tierra está algo húmeda tras las lluvias
de los últimos días. Los días se han vuelto más cortos y ya no hace tanto
calor.
Ella vestida de manera muy
impropia para andar por el bosque avanza descalza por un sendero cada vez más
estrecho y oscuro. Se está adentrando poco a poco en lo más profundo del bosque
pero ella no se da cuenta. Su mente es un remolino de pensamientos. Va hablando
con ella misma, se reprocha su actitud y su repentina huida al superarle la situación
en la que se encontraba. Algo en su interior le decía que debía salir corriendo
y buscar ese lugar tan especial hacia la que iba encaminada. El bosque la tranquiliza,
el canto de los pájaros son melodía para sus oídos. El aire es más puro y los
olores le traen recuerdos entrañables de su infancia. Añora aquellos momentos
en los que siendo niña no tenía muchas responsabilidades y se sentía libre. Corriendo
de un lado para otro sin más preocupación que la de ganar a sus hermanos en
todo lo que le propusieran. En algunos momentos habían sido tiempos difíciles también
pero esa vitalidad y alegría nunca la abandonaron.
Ahora en cambio, no siente tan
vital como cuando era pequeña. A medida que pasaba el tiempo se fue centrando más
y más en sus obligaciones, dejando de lado aquello que realmente la hacía
feliz. Se había convertido en un pajarillo encerrado en una jaula con muchas
ganas de ser libre. En ese preciso instante en el fondo de su alma sentía que
por fin había escapado de las cadenas de
la sociedad y de su familia.
Al fin llega a un claro y se
detiene. Es entonces cuando ve algo colgando de una rama de un gran árbol. Aquel
roble debía tener muchos siglos de antigüedad puesto que su tronco tiene un
considerable diámetro. De la rama más baja cuelga una especie de columpio lleno
de ramas secas. Como en un estado de trance avanza despacio hacia el columpio y
lo limpia. Se sienta encima y comienza a columpiarse. Poco a poco y a medida en
la que su mente se va despejando y se deja llevar por la sensación de paz que
comienza a expandirse por su cuerpo las ramas que siguen en el columpio
comienzan a cobrar vida. Lo que antes eran ramas secas y quebradizas se van
volviendo verdes y comienzan a echar hojas. Cuando consigue relajarse del todo
las flores empiezan a brotar a su alrededor. Ella con los ojos cerrados desde
el principio disfruta balanceándose. Sin querer vuelve a cuando era niña y al
sentimiento de libertad que tanto ha ansiado durante los últimos trece años.
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