lunes, 23 de septiembre de 2013

El columpio de la infancia



Va distraída sin saber muy bien a donde. Sumergida en sus pensamientos avanza hacia un lugar conocido, aunque ella no lo recuerda. Su subconsciente la lleva a un lugar en el que hace mucho tiempo pasaba horas y horas de diversión y tranquilidad. Eso es lo que necesita ahora, un poco de paz para poner en orden sus pensamientos y sentimientos. Han ocurrido muchos acontecimientos en poco tiempo y no ha tenido tiempo de asimilarlo todo. Camina y camina… se percibe la llegada del otoño, las hojas se están volviendo amarillas y algunas ya han caído. La tierra está algo húmeda tras las lluvias de los últimos días. Los días se han vuelto más cortos y ya no hace tanto calor. 

Ella vestida de manera muy impropia para andar por el bosque avanza descalza por un sendero cada vez más estrecho y oscuro. Se está adentrando poco a poco en lo más profundo del bosque pero ella no se da cuenta. Su mente es un remolino de pensamientos. Va hablando con ella misma, se reprocha su actitud y su repentina huida al superarle la situación en la que se encontraba. Algo en su interior le decía que debía salir corriendo y buscar ese lugar tan especial hacia la que iba encaminada. El bosque la tranquiliza, el canto de los pájaros son melodía para sus oídos. El aire es más puro y los olores le traen recuerdos entrañables de su infancia. Añora aquellos momentos en los que siendo niña no tenía muchas responsabilidades y se sentía libre. Corriendo de un lado para otro sin más preocupación que la de ganar a sus hermanos en todo lo que le propusieran. En algunos momentos habían sido tiempos difíciles también pero esa vitalidad y alegría nunca la abandonaron. 

Ahora en cambio, no siente tan vital como cuando era pequeña. A medida que pasaba el tiempo se fue centrando más y más en sus obligaciones, dejando de lado aquello que realmente la hacía feliz. Se había convertido en un pajarillo encerrado en una jaula con muchas ganas de ser libre. En ese preciso instante en el fondo de su alma sentía que por fin había escapado de las cadenas  de la sociedad y de su familia. 

Al fin llega a un claro y se detiene. Es entonces cuando ve algo colgando de una rama de un gran árbol. Aquel roble debía tener muchos siglos de antigüedad puesto que su tronco tiene un considerable diámetro. De la rama más baja cuelga una especie de columpio lleno de ramas secas. Como en un estado de trance avanza despacio hacia el columpio y lo limpia. Se sienta encima y comienza a columpiarse. Poco a poco y a medida en la que su mente se va despejando y se deja llevar por la sensación de paz que comienza a expandirse por su cuerpo las ramas que siguen en el columpio comienzan a cobrar vida. Lo que antes eran ramas secas y quebradizas se van volviendo verdes y comienzan a echar hojas. Cuando consigue relajarse del todo las flores empiezan a brotar a su alrededor. Ella con los ojos cerrados desde el principio disfruta balanceándose. Sin querer vuelve a cuando era niña y al sentimiento de libertad que tanto ha ansiado durante los últimos trece años. 

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