Como cada noche Sara se acostó en
su enorme cama, fría y vacía. Se sintió sola y confundida. En las últimas
semanas habían ocurrido muchas cosas, demasiadas. Teresa se había ofrecido a
quedarse con ella pero necesitaba estar sola para pensar y reflexionar. Tras la
vuelta de Italia nada había sido lo mismo. Cuando tomó la decisión de quedarse
con Manuel y evitar así un desastre familiar no pensó que las cosas cambiarían
tanto. Esas últimas semanas aunque la relación entre ellos había progresado y
mejorado, no se sentía bien. Patrizzio la ignoraba aun cuando habían quedado en
ser buenos amigos y tenía la sospecha de que Manuel estaba detrás de aquella
actitud.
Teresa intentaba apoyarla en todo
lo que podía pero al no contarle que había pasado en Italia poco podía hacer,
tan solo apoyar a su amiga e intentar animarla. Sabía que aunque Sara se
esforzara por parecer feliz y contenta pero la notaba ausente y triste.
Sara acomodó los cojines y la
almohada para estar cómoda y poder dormir a gusto. Hacía días que una pesadilla
la rondaba y todas las noches se despertaba confundida y llorando. Esa noche había
decidido tomarse una infusión para poder descansar. Tenía la intención de
quedar profundamente dormida y esperaba con todas sus fuerzas no tener la misma
pesadilla. La infusión comenzaba a hacer efecto por lo que apagó la luz y se
arropó.
Abrió los ojos lentamente, los sentía
pesados y le dolía la cabeza, tenía la visión algo borrosa por lo que parpadeo
varias veces. Se encontraba en su habitación pero algo no estaba bien. Llamo a
su padre pero este no apareció. “Qué raro
normalmente cuando le llamo suele venir como alma que lleva el diablo… tendré
que levantarme a mirar a ver si está bien”.
De un salto salió de la cama y camino
hacia la puerta pero de repente se detuvo. Hacía más frío de lo normal. Se acercó al armario para coger una
bata y en ese mismo instante entro Patrizzio. Se volvió para decirle a ver que
hacia ahí pero este sin darle tiempo a nada la besó. Ella sorprendida intentó
apartarse pero no había manera, la tenía bien sujeta y no podía separarse. Al fin
la soltó y esta mediante un empujón lo lanzó lejos de ella.
-
Pero, ¿qué diablos te pasa? ¿estás loco? ¿a qué
narices ha venido eso? ¿cómo has entrado
en mi casa?
-
Nada de eso importa Sara. Por fin podemos estar
juntos…
-
Pero, ¿Qué dices? Si me has estado ignorando
todas estas semanas
-
¿Yo? Que bah si has sido tú. Anda ven aquí que
estas deseando estar conmigo.
-
¿Cómo te atreves? ¡Estoy saliendo con tu hermano!
En ese instante entró Manuel por
la puerta. Ambos se volvieron asombrados. Manuel miró primero a Patrizzio y después
a Sara, sin decir palabra agarro a su hermano y lo saco fuera de la habitación.
Sara estaba paralizada y sin saber qué hacer. Escuchaba gritos y alguna que
otra palabra incomprensible. No entendía que estaba pasando pero se sentía superada.
Sin darse cuenta se había sentado en el suelo y tenía la mirada perdida en el
horizonte. No se dio cuenta que Manuel había entrado y se había sentado a su
lado.
-
Sara… - le rozo el brazo pero no reaccionó por
lo que probó de nuevo- Sara, ¿estás
bien?
Lo miro aun con la mirada perdida
y asintió despacio. Cuando centro la mirada en aquellos ojos que la miraban no
pudo reprimir un llanto y se tapó la cara con las manos.
-
Vamos Sara, metete de nuevo en la cama y procura
dormir
Dijo al mismo tiempo que la
ayudaba a levantarse. Sara en una especie de estado de trance se metió en la
cama aun llorando y no pudo evitar echar un vistazo hacia la puerta. Se encontró
con la mirada dolida de Manuel y tras verificar desde la lejanía que se
encontraba bien, éste cerró la puerta dejando a Sara sola de nuevo con sus
pensamientos y sus sentimientos aún más confundidos. Cerró los ojos de nuevo y
cayó en un profundo sueño.
Cuando volvió a abrir los ojos se
sentía exhausta y soñolienta. Tras incorporarse de repente recordó lo que había
sucedido anoche. No veía su bata por ninguna parte y tampoco nada diferente. Se
levantó y tras prepararse bajó a la cocina y allí se encontró con su padre. Le pregunto
a qué hora había venido anoche y este le dijo que de madrugada y que se había cruzado con el coche de Manuel de camino a casa.
“¿Es posible que lo que paso anoche no fuera un sueño?” Pronto lo descubriría.